domingo, 4 de diciembre de 2011

¿Escuchas a tu cuerpo?, ¿Qué te dice?

Está demostrado científicamente que muchas de las enfermedades que padece el “ser humano civilizado” son la expresión del cuerpo diciendo lo que nosotros mismos nos empeñamos en ignorar de nosotros mismos. Cuando “no hay peor sordo que el que no quiere oír”, el cuerpo grita lo que en nuestro interior callamos y consciente o inconscientemente nos negamos a escuchar.
Hace poco, una buena amiga mía me envió por mail algo que ahora comparto con vosotros. A ella se lo envió alguien y a ese alguien, otro alguien. Al final con buen criterio y mejor inspiración en la redacción, creo que recoge mucha sabiduría.

Dice así:
La enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma.
-      Muchas veces, el resfriado chorrea cuando el cuerpo es incapaz de llorar.
-      El dolor de garganta ahoga cuando es imposible comunicar las aflicciones.
-      El estómago arde cuando las rabias se quedan retenidas.
-      La diabetes invade cuando la soledad duele y falta dulzura en nuestra vida.
-      El cuerpo engorda cuando la insatisfacción crece y las emociones contenidas se acumulan.
-      El dolor de cabeza aprieta y deprime cuando las dudas aumentan y estas se agarran a pensamientos negativos.
-      El corazón afloja el ritmo cuando el sentido de la vida parece terminar y el pecho cruje cuando el orgullo esclaviza.
-      La presión arterial sube cuando el miedo aprisiona y el control nos obsesiona.
-      Las neurosis paralizan cuando el niño interior tiraniza.
-      La fiebre calienta cuando las defensas reconstruyen las dinamitadas fronteras de la inmunidad.
-      Las rodillas duelen cuando tu orgullo no se doblega.
-      El cáncer mata cuando te cansas de "vivir"… y vives sólo cuando decides amar a fondo todo lo que te sucede (a ti mismo y a los demás).

…y yo pregunto...

Y tus dolores callados ¿qué te dicen a través de tu cuerpo?

Desde mi punto de vista, creo que es muy difícil encontrar una persona positiva y equilibrada mentalmente que tenga permanentes dolores de cabeza como los que padece el triste, pesimista y victimista; es extraño encontrar una persona con úlcera y que a la vez esté a gusto con su momento vital, lo más seguro es que esté en rebeldía absoluta contra alguien o algo; qué raro es dar con alguien que viviendo con alegría tenga problemas de hipertensión, sin embargo es fácil encontrar gente con resentimiento y problemas de “corazón” yendo al cardiólogo; o alguien que tenga dolores de espalda y lleve una vida liviana de preocupaciones y cargas; también están aquellos a quienes les “pesa” algún tipo de carga de conciencia y tienen problemas de espalda.

Aunque hay excepciones que confirman la regla, es excepcional alguien que teniendo claro lo que quiere en su vida a nivel interno y profundo, tenga mala salud y el cuerpo vaya en contra de su deseo vital intimo; más bien todo lo contrario.

Los complejos, los miedos, las inseguridades, las desconfianzas, las bajas autoestimas, el abandono interior y los nervios se somatizan y dan paso a un cuerpo que grita con dolores de cuello, de espalda, de estómago, con catarros, infecciones, apendicitis, úlceras, estreñimientos, ronqueras, hipertensiones, dermatitis y un largo etcétera.

El final del texto que me envió mi amiga, dice así:

La enfermedad no es mala, te avisa que te estás equivocando de camino. Recuerda que “El camino a la felicidad no es recto”. Existen curvas llamadas equivocaciones, existen semáforos llamados amigos, luces de precaución llamadas familia, y todo se logra si tienes una rueda de repuesto llamada decisión, un potente motor llamado amor, un buen seguro llamado fe y abundante combustible llamado paciencia.

…y añado de nuevo…

Hace tiempo me prescribí el siguiente tratamiento que aún hoy cumplo escrupulosamente.

Prométete amarte a ti mismo y todo lo que la vida conlleva, ya sea favorable o adverso. Ábrete a aprendizajes, búscalos en cada cosa que te suceda, permítete un error, o dos, o tres y ríete de ti, piensa que es una oportunidad única para aparcar el “ego” y ver tu mejor lado humano. Agradece cada día y con él la posibilidad de hacer algo nuevo, es tu gran oportunidad diaria. Sé consciente de que muchos desearían tu vida y a veces la malgastas. Ayuda al que lo pasa mal y comparte algo sencillo con quién está bien; a los dos, míralos a los ojos con una mirada limpia. Ofrece tu mejor sonrisa cuando quieras recibir sonrisas, de lo contrario recibirás caras largas y malos modos. Si algo te cuesta y necesitas ayuda, pídela transmitiendo esa confianza que tú necesitas para acometer esa tarea que desconoces. Deja de quejarte de la situación y de verla como un problema, recuerda que si estas en ella eres parte del problema y por ello también eres parte de la solución. Y lo más importante, si algo te sale mal, en vez de culpabilizarte y auto flajelarte, perdónatelo y date el espacio para ofrecer tu mejor versión. Tu propio Amor a ti mismo te sanará y te sacará adelante.

Y ahora, para terminar, me gustaría hacerte una pregunta ¿qué tratamiento vas a prescribirte?

Un abrazo.

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